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mac combo

30 Jul
«»The average girl would rather have beauty than brains because she knows the average man can see much better than he can think.
Anónimo
Rosie tiene 42 años, y hace 7 que trabaja para una pyme argentina como recepcionista.
En estos años, Rosie se ha focalizado en ser madre, y llevar una tranquila vida familiar.
Siempre llega puntual, arreglada, maquillada y con una sonrisa dispuesta al público. Se perfeccionó en inglés al ver que cada vez más, la pyme engrosaba su clientela anglosajona.
En los últimos años además pasó a realizar tareas adicionales para el Gerente general, muy satisfactoriamente.
Está contenta con su trabajo, no aspira más, ha logrado un buen balance, un buen combo. Siempre se enorgullece ante sus amigas, que no pueden lograr el famoso equilibrio entre sus carreras y su ser mujer: “Chicas, todo se puede, pero con moderación”.
O estaba orgullosa, debería decir?
Porque ayer, Rosie fue “recomendada” a emprender una dieta.
“Una recepcionista no puede tener esos kilos de más, Rose”, le señaló el CEO, al pasar.
La pobre Rose todavía no puede decidirse: no sabe si está siendo discriminada y debe denunciarlo o falla en un skill crítico de su puesto, cara de la compañía, la bienvenida de una empresa, el primer rostro rollizo que ven los afamados clientes.
Los niños le dejaron algunos varios kilos de más por sobre las curvas que fueran las que reclutó y contrató la pyme descarada, hace 7 años.
Al final parece que no era tan buen combo.
El balance de la balanza terminó por pesar demasiado.
«The average girl would rather have beauty than brains because she knows the average man can see much better than he can think»
Anónimo

Rosie tiene 40 años,  y hace 7 que trabaja para una pyme argentina como recepcionista.
En estos años, Rosie se ha focalizado en ser madre, y llevar una tranquila vida familiar y laboral.
Siempre llega puntual, arreglada, maquillada y con una sonrisa dispuesta al público. Se perfeccionó en inglés al ver que cada vez más, la pyme engrosaba su clientela anglosajona.
En los últimos años además pasó a realizar tareas adicionales para el Gerente general, muy satisfactoriamente.
Está contenta con su trabajo, no aspira más, ha logrado un buen balance, un buen combo. Siempre se enorgullece ante sus amigas, que no pueden lograr el famoso equilibrio entre sus carreras y su ser mujer: “Chicas, todo se puede, pero con moderación”.
O estaba orgullosa, debería decir?
Porque ayer, Rosie fue “recomendada” a emprender una dieta.
“Una recepcionista no puede tener esos kilos de más, linda”, le señaló el CEO, al pasar, como quien no quiere la cosa,  ante la mirada asertiva de la escuálida-ovo vegetariana jefa de Rose.
La pobre Rose todavía no puede decidirse: no sabe si está siendo discriminada y debe denunciarlo o falla en un skill crítico de su puesto, cara de la compañía, la bienvenida de una empresa, el primer rostro rollizo que ven los afamados clientes.
Los niños le dejaron algunos varios kilos de más por sobre las curvas que fueran las que reclutó y contrató la pyme descarada, hace 7 años.
Al final parece que no era tan buen combo.
El balance de la balanza terminó por desbalancearse, pesando too much.