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flora exotica

30 Oct

A la salida de un viernes como hoy, pesado, caluroso, me dirigía al garage de la empresa para buscar mi auto. Como siempre, tenía el tiempo contado: el plomero me aguardaba en 25 minutos en los que debía lograr abarcar la General Paz, Lugones y salir por Sarmiento con la consabida larga fila de autos en ese experimento que realizaron que tanto nos ha facilitado la vida a los palermitanos.

De repente, antes de la entrada al garage, observo que una empleada de la empresa, en sus 50s, con quien nunca había hablado pero que conocía de vista, estaba arrodillada en el pasto. Obviamente la miré, y me di cuenta que estaba arrancando flores o yuyos.

Extraña flora la de San Martin_pensé_ todo producto encuentra su plaza, finally.

Seguí de largo y redirigí mi visión hacia el garage, pero al verse en una extraña situación, la señora se paró y me siguió.

Estaba arrancando tréboles de 4 hojas, me dijo, dándome explicaciones que yo no le había pedido, pero que evidentemente mi mirada sí.

Y mira, encontré uno de 5 hojas!

Como es mi costumbre, o fluyen las palabras más inadecuadas, o me llamo a silencio sepulcral, bien polar como suelo ser.

Ah! Que lindo! _ le contesto, evasiva_ lo bien que vienen esos de vez en cuando.

Mi mala suerte serial me viene acompañando desde aquel día. Aquel día en que, llena de huevos podridos, yerba y otros males me recibí de licenciada.

Vino, sin avisarme,  con un ramo de rosas amarillas, que son mis favoritas, Y me propuso casamiento.

Ante esta disyuntiva, acepté aunque con dudas en mi interior.

Dudas que podía haber desestimado, como me han marcado varios, no existe lo perfecto, hay que elegir, que más querés….

O como, los menos, han aplaudido, cuando dejé el vestido y las invitaciones a mitad de camino el año entrante. Llanto de la suegra, llanto de mamá.

A veces desviarse te trae lo mejor. Tengo miles de casos donde podría contar como las cosas fueron mejor.

Y a veces no pasa nada, como en mi caso, al menos hasta ahora, donde la duda de un castigo divino ante lo que la vida ofrecía avizora en la neurosis más pronunciada. Al fin y al cabo, no creo en gualichos o pócimas mágicas.

La cuestión que, la señora P. me regaló el trébol.

No nena, llevatelo y que te venga la buena suerte, guardatelo en la billetera. Yo no creo en las brujas, pero que las hay las hay….me contestó, ante mi explicación de estar en una “mala racha”.

Llevatelo y además bañate con ruda del cuello para abajo (más que la ruda me llamó la atención lo del cuello para abajo. ¿Qué pasaría si en mi torpeza se me ocurre salpicarme la cabeza???)

Subí al auto, y me puse a pensar mientras conducía.

En todas las situaciones vividas, que pueden ser también leídas como signos de buena suerte, depende el ángulo en el que se las mire.

En la sucesión de eventos macabros.

En las lágrimas derramadas.

En las risas y las alegrías también disfrutadas.

Girando bruscamente en Lugones, grité.

El trébol salía volando por la ventana, sin que pudiera hacer nada.

Nada para impedirlo.

Y culpándome, ante mi descuido, pensé en el resto de mis culpas, mis responsabilidades, y el resto de mis descuidos, no atesorando y recelando, sino despidiendo por la ventana.

Hasta que me acordé, respiré nuevamente, ay siii, qué alivio…

Todavía me queda el baño de ruda…

merecer

8 Ago

«A certain sense of cruelty towards oneself and others is Christian; hatred of those who think differently; the will to persecute. Hatred of mind, of pride, courage, freedom, libertinage of mind, is Christian; hatred of the sense, of the joy of the senses, of joy in general is Christian.»-  Friedrich Nietzsche

The moral and religious system which Jesus Christ transmitted to us is the best the world has ever seen, or can see. Benjamin Franklin
A certain sense of cruelty towards oneself and others is Christian; hatred of those who think differently; the will to persecute. Hatred of mind, of pride, courage, freedom, libertinage of mind, is Christian; hatred of the sense, of the joy of the senses, of joy in general is Christian.
Ayer a la tarde llegué del trabajo y abrí mi mail. Allí en la bandeja de entrada, sin abrir, había un correo que había estado esperando toda la semana. Les cuento la previa: el lunes me presentaron a una persona, ella mujer, con una carrera internacional importante, contactada con los gurúes de la moda más grosos del planeta.
Y a esta persona, le caí bien. Soy fácil de relacionar y muchas veces me encuentro en situaciones de RR PP aunque no lo sea por esta skill puntual. Cero falsedad, si la otra persona me agrada trato de ser lo más atenta y simpática posible.
Así lo enseño mamá.
Luego de dos horas de charla empática, me comentó de una búsqueda de una gerente mujer, de una consultora líder. Y que ella consideraba, tras dos horas de charla, risas y café, que yo reunía las condiciones para la posición. Así lo hice.
El mail que asomaba en mi In box era de la consultora, donde confirmaban la recepción de mi currículo, e inmediatamente a continuación, se lamentaban de mis pretensiones económicas, sin dejar abierta la posibilidad de negociación.
Sin saber si contestar el mail, aclarando lo obvio, que estaba dispuesta a negociar sobre mi margen, que yo valoraba la posición etc etc etc y demás cantos conocidos, recordé una de mis máximas favoritas, de la filosofía china: Cuando no puedes tomar una decisión, y te encuentras en un callejón sin salida, simplemente hay que dejar que las cosas se acomodan, sucedan, sean,  y fluyan, como el río.
Me desperté sobresaltada a la hora, con lágrimas en los ojos, angustiada como hacía años no me ocurría. Años.
Le mandé un sms a Vera, sin querer molestarla. Pero me llamó a los dos segundos preocupada para saber que me pasaba.
Primero le conté a Vera del mail. Y luego relaté:
Estaba mi jefe hablando de un viaje a Italia, por la feria de moda. En el sueño, era como que siempre se decidía quien iba a viajar. Quien iba a ser la afortunada. Y mi compañera dice: “Ah, seguro que a mi no me toca!”, victimizándose. A lo que mi jefe le responde, “Porque no? Esta vez podes ir vos, lo voy a hablar”
Indignada, ante tantas macanas que se mandaba ella siempre con el trabajo contrapuesto a mi buena performance (al menos señalada por mi jefe), me fui a hablar con el Director. Pero estaba en reunión con mucha gente. Me vio que quería hablar con él, me pidió que esperara.
Esperé, esperé y esperé el momento indicado. La oportunidad.
Hasta que lo vi solo, y me dirigí hacia el, contenida, para no parecer emocional, pasional, como nos acusan a las mujeres.
Sin mediar palabra, pero excusándose, me dijo: Yo se que vos te lo merecés.
Y me puse a llorar ante el director, sin poder controlarme.
Llorando en mi cama, a medida que relataba el sueño a Vera, anclaba su real significado.
“Pero que sueño de mierda!”, me dijo inmediatamente. No tuve que explicarle nada.Ante tantos años de sacrificio no se requerían más palabras. Tiene sentido en nuestra historia. Uds. podrán no entender la angustia, les parecerá desmedida, pero nosotras si que la entendemos. Y como. La lucha, las injusticias, los sacrificios.
Hace mucho que estoy esperando la oportunidad.
Creo en “merecer” más que en factor suerte o trepar como mantis, con jugarretas bajas o políticas, con movidas maquiavélicas. Creo en merecer. Y creo en merecer el puesto que no llega.
Creo en merecer el amor que no llega.
“Yo se que te lo mereces”
Como un padre, un Dios, una figura superyoico, una figura de autoridad, el “Director” me reconocía que yo había hecho lo suficiente para merecerlo. El reconocimiento era lo indignante. Como un ser en lo alto que “dirige” nuestras vidas.
Sin embargo su mirada reflejaba que a veces aunque nos merecemos, las cosas simplemente no llegan.
El peso de la fuerte educación cristiana recibida, con sus culpas, sus dictados sobre el “merecer” y  sus castigos, su régimen del premio al final del arco iris, cayó sobre mí como una pesada carga de repente.
Como quien descubre que su vida es una mentira. Como si alguien hubiera corrido un velo delante de mis ojos.
Me parece que, al final, las cosas no se merecen, se dan o no_ le dije a Vera.
«The moral and religious system which Jesus Christ transmitted to us is the best the world has ever seen, or can see.» – Benjamin Franklin

Ayer a la tarde llegué del trabajo y abrí mi mail. Allí en la bandeja de entrada, sin abrir, había un correo que había estado esperando toda la semana. Les cuento la previa:  el lunes me presentaron a una persona, ella mujer, con una carrera internacional importante, contactada con los gurúes de la moda más grosos del planeta.

Y a esta persona, le caí bien. Soy fácil de relacionar y muchas veces me encuentro en situaciones de RR PP aunque no lo sea por esta skill puntual. Cero falsedad, si la otra persona me agrada trato de ser lo más atenta y simpática posible.

Así lo enseño mamá.

Luego de dos horas de charla empática, me comentó de una búsqueda de una gerente mujer, de una consultora líder. Y que ella consideraba, tras dos horas de charla, risas y café, que yo reunía las condiciones para la posición. Así lo hice.

El mail que asomaba en mi In box era de la consultora, donde confirmaban la recepción de mi currículo, e inmediatamente a continuación, se lamentaban de mis pretensiones económicas, sin dejar abierta la posibilidad de negociación.

Sin saber si contestar el mail, aclarando lo obvio, que estaba dispuesta a negociar sobre mi margen, que yo valoraba la posición etc etc etc y demás cantos conocidos, recordé una de mis máximas favoritas, de la filosofía china: Cuando no puedes tomar una decisión, y te encuentras en un callejón sin salida, simplemente hay que dejar que las cosas se acomodan, sucedan, sean,  y fluyan, como el río.

Me desperté sobresaltada a la hora, con lágrimas en los ojos, angustiada como hacía años no me ocurría. Años.

Le mandé un sms a Vera, sin querer molestarla. Pero me llamó a los dos segundos preocupada para saber que me pasaba.

Primero le conté a Vera del mail. Y luego relaté la pesadilla que había tenido:

Estaba mi jefe hablando de un viaje a Italia, por la feria de moda. En el sueño, era como que siempre se decidía quien iba a viajar.  Quien iba a ser la afortunada. Y mi compañera dice: “Ah, seguro que a mi no me toca!”, victimizándose. A lo que mi jefe le responde, “Porque no? Esta vez podes ir vos, lo voy a hablar”

Indignada, ante tantas macanas que se mandaba ella siempre con el trabajo contrapuesto a mi buena performance (al menos señalada por mi jefe), me fui a hablar con el Director.  Pero estaba en reunión con mucha gente. Me vio que quería hablar con él, me pidió que esperara.

Esperé, esperé y esperé el momento indicado. La oportunidad.

Hasta que lo vi solo, y me dirigí hacia el, contenida, para no parecer emocional, pasional, como nos acusan a las mujeres.

Sin mediar palabra, pero de entrada excusándose, me dijo: Yo se que vos te lo merecés.

Y me puse a llorar ante el director, sin poder controlarme.

Llorando en mi cama, a medida que relataba el mal sueño a Vera, anclaba su real significado.

“Pero que sueño de mierda!”, me dijo inmediatamente. No tuve que explicarle nada. Ante tantos años de sacrificio no se requerían más palabras. Tiene sentido en nuestra historia. Uds. podrán no entender la angustia, les parecerá desmedida, pero nosotras si que la entendemos. Y como. La lucha, las injusticias, los sacrificios.

Hace mucho que estoy esperando la oportunidad.
Creo en “merecer” más que en factor suerte o trepar como mantis, con jugarretas bajas o políticas, con movidas maquiavélicas. Creo en merecer. Y creo en merecer el puesto que no llega.
Creo en merecer el amor que no llega.

“Yo se que te lo mereces”, resonaba.

Como un padre, un Dios, una figura superyoico, una figura de autoridad, el “Director” me reconocía que yo había hecho lo suficiente para merecerlo. El reconocimiento era lo indignante.  El tipo sabía, no era que no lo mereciera aún, o que no lo viera. Como un ser en lo alto que “dirige” nuestras vidas, me afirmaba «yo se».

Sin embargo su mirada  reflejaba que a veces aunque nos merecemos, las cosas simplemente no llegan.

El peso de la fuerte educación cristiana recibida, con sus culpas, sus dictados sobre el “merecer” y  sus castigos, su régimen del premio al final del arco iris, cayó sobre mí como una pesada carga de repente.

Como quien descubre que su vida es una mentira. Como si alguien hubiera corrido un velo delante de mis ojos.

Me parece que, al final, las cosas no se merecen, se dan o no _  le dije a Vera.