Archivo | julio, 2009

post it (parte 1)

31 Jul
Stepmother: [looking for Cinderella] Cinderella! Cinderella! Cinderella! Oh, where is that…
Cinderella: Yes? Here I am.
Stepmother: Oh. My daughters- where are they?
Cinderella: Uh, I think they’re still in bed.
Stepmother: Oh. Well don’t just stand there. Bring up the breakfast trays at once and hurry! Stepmother: [looking for Cinderella] Cinderella! Cinderella! Cinderella! Oh, where is that…
Cinderella: Yes? Here I am.
Stepmother: Oh. My daughters- where are they?
Cinderella: Uh, I think they’re still in bed.
Stepmother: Oh. Well don’t just stand there. Bring up the breakfast trays at once and hurry!

Stepmother: [looking for Cinderella] Cinderella! Cinderella! Cinderella! Oh, where is that…

Cinderella: Yes? Here I am.

Stepmother: Oh. My daughters- where are they?

Cinderella: Uh, I think they’re still in bed.

Stepmother: Oh. Well don’t just stand there. Bring up the breakfast trays at once and hurry!

(Cenicienta, 1950 film)

Mi primer trabajo en serio. El primero full time, luego de recibirme, ropa nueva, inocencia, expectativas. Pensé, es temporal… hasta que veo en qué me especializo…pero terminó siendo definitorio y estuve en él por 4 largos años.

El puesto era asistente de marketing, pero tenía más de asistente que de marketing. Al fin y al cabo, el marketing era lo que menos me interesaba. Empresa de cosmética, argentina, con poco glam y mucha pretensión, me tomaba el tren todos los días a las 7 de la mañana.

Mi tarea básica era la de atender a los consumidores una onda call center para, luego, realizar encuestas y análisis de comportamiento. Por eso buscaron a alguien con perfil humanístico, y, de bajas pretensiones salariales.

Vivía aún en la amplia casa familiar suburbana, y no tenía muchos gastos. Invertí un poco en algunas prendas de marcas, por fin me podía dar ese gusto! y, en un curso de posgrado en comportamiento del consumidor, en la facultad de psicología, con orientación en marketing. Muy suitable para el puesto. Muy responsable y autoexigente de mi parte.

Pero, V., mi jefa, tenía otros planes para mí.

Con toda la buena predisposición de pagar el derecho de piso, me pidió un café. Luego un cortado. Debo confesar que jamás en la vida había hecho siquiera un té o un huevo frito, con lo que, al ver los nefastos resultados, me puso como coach a Isabel, la estilista. Quien iba a convertirse en una gran amiga, hasta el día de hoy.

«Tenés que hacer así, ves?», replicaba Isabel, ante mi atenta mirada. De nada valieron la medalla de honor, ni mi ICQ, esto era algo complejo. El filtro, el equilibrio entre café, leche y azúcar…que el botoncito rojo, que la vajilla… Mientras mi pasado de nena bien quedaba atrás y feliz de ser la aprendiz me introducía en el mundo de esta nueva herramienta, noté que, tras fallidos intentos, la única cosa que podía hacer para no fallar, era tomar el punto de color como parámetro de que estaba bien hecho. Un pauta de diseño al mejor estilo  la escala pantone que acompaña mis días hoy, cuando defino un packaging. Me fijé el color que «era un buen cortado» y así lo memoricé, porque si hay algo que no me falla, es la memoría. (no, Vera?)

Pronto fui Maru Botana para el gerente de marketing H. cuando escupió el café sobre los informes de uno de nuestros mejores clientes, y para mi jefa V., lo peor que le podía pasar…

mac combo

30 Jul
«»The average girl would rather have beauty than brains because she knows the average man can see much better than he can think.
Anónimo
Rosie tiene 42 años, y hace 7 que trabaja para una pyme argentina como recepcionista.
En estos años, Rosie se ha focalizado en ser madre, y llevar una tranquila vida familiar.
Siempre llega puntual, arreglada, maquillada y con una sonrisa dispuesta al público. Se perfeccionó en inglés al ver que cada vez más, la pyme engrosaba su clientela anglosajona.
En los últimos años además pasó a realizar tareas adicionales para el Gerente general, muy satisfactoriamente.
Está contenta con su trabajo, no aspira más, ha logrado un buen balance, un buen combo. Siempre se enorgullece ante sus amigas, que no pueden lograr el famoso equilibrio entre sus carreras y su ser mujer: “Chicas, todo se puede, pero con moderación”.
O estaba orgullosa, debería decir?
Porque ayer, Rosie fue “recomendada” a emprender una dieta.
“Una recepcionista no puede tener esos kilos de más, Rose”, le señaló el CEO, al pasar.
La pobre Rose todavía no puede decidirse: no sabe si está siendo discriminada y debe denunciarlo o falla en un skill crítico de su puesto, cara de la compañía, la bienvenida de una empresa, el primer rostro rollizo que ven los afamados clientes.
Los niños le dejaron algunos varios kilos de más por sobre las curvas que fueran las que reclutó y contrató la pyme descarada, hace 7 años.
Al final parece que no era tan buen combo.
El balance de la balanza terminó por pesar demasiado.
«The average girl would rather have beauty than brains because she knows the average man can see much better than he can think»
Anónimo

Rosie tiene 40 años,  y hace 7 que trabaja para una pyme argentina como recepcionista.
En estos años, Rosie se ha focalizado en ser madre, y llevar una tranquila vida familiar y laboral.
Siempre llega puntual, arreglada, maquillada y con una sonrisa dispuesta al público. Se perfeccionó en inglés al ver que cada vez más, la pyme engrosaba su clientela anglosajona.
En los últimos años además pasó a realizar tareas adicionales para el Gerente general, muy satisfactoriamente.
Está contenta con su trabajo, no aspira más, ha logrado un buen balance, un buen combo. Siempre se enorgullece ante sus amigas, que no pueden lograr el famoso equilibrio entre sus carreras y su ser mujer: “Chicas, todo se puede, pero con moderación”.
O estaba orgullosa, debería decir?
Porque ayer, Rosie fue “recomendada” a emprender una dieta.
“Una recepcionista no puede tener esos kilos de más, linda”, le señaló el CEO, al pasar, como quien no quiere la cosa,  ante la mirada asertiva de la escuálida-ovo vegetariana jefa de Rose.
La pobre Rose todavía no puede decidirse: no sabe si está siendo discriminada y debe denunciarlo o falla en un skill crítico de su puesto, cara de la compañía, la bienvenida de una empresa, el primer rostro rollizo que ven los afamados clientes.
Los niños le dejaron algunos varios kilos de más por sobre las curvas que fueran las que reclutó y contrató la pyme descarada, hace 7 años.
Al final parece que no era tan buen combo.
El balance de la balanza terminó por desbalancearse, pesando too much.

tercera en discordia

29 Jul
Tercera en discordia
In modern war… you will die like a dog for no good reason.
Ernest Hemingway
The bitch es la jefa que todos tuvimos alguna vez.  A veces las peores enemigas, son las mujeres. O determinado tipo de mujeres. Y como las hay Melanie, abundan las Sigourney Weaver.
Sabri tenía dulces 22 años cuando ingresó a su primer trabajo full time en una compañía multinacional en Puerto Madero. Sabri era ingeniera, un posgrado en curso, y una medalla de honor en su historial.
El primer día estrenó lo mejor de su closet, las mejores marcas, y el mejor estilista. La emoción de poder, al fin, dar lo mejor de sí, brindar todo su potencial, derrapar energías contenidas en tantos años de sacrificio, la inundaba.
Tan radiante acudió Sabri a su primer día, que su brillo atrajo la atención de todos.
Especialmente de Esteban, el gerente de ventas. Cuarentón, con largos años en la empresa y un divorcio en su haber con dos hijos de diferentes madres, la frescura de la nueva asistente comercial lo atrapó. Y no solo su frescura, sino también  su juventud, y sus medidas.
Esteban la solicitó a la Dirección General a los 3 meses del ingreso de Sabri a la compañía, como soporte del área, en los tiempos de crisis que corrían. Sabrina se había destacado rápidamente por su inteligencia y predisposición para atender los más diversos temas.
En su primer día de trabajo, Esteban solicitó a Sabrina que, para un mejor desempeño, asistiera con el uniforme del sector que iban a implementar: Portaligas, pantys y mini skirt.
Claro, era un chiste. Pero al inicio “chistoso”, le siguieron sutiles sugerencias, halagos, regalos sin sentido, ante la incomodidad de Sabrina y su impotencia por no poder manejar la situación.
Cuando Valeria, la jefa de Sabrina lo notó, y se vió amenazada de que le arrebataran el amor secreto de Esteban, repentinamente el informe de desempeño a rr hh de Sabrina viró de positivo a muy negativo.
Y Sabrina se encontró despedida por “no cumplir las expectativas”.
A veces, mejor no brillar demasiado.

In modern war… you will die like a dog for no good reason.

Ernest Hemingway


The bitch es la jefa que todos tuvimos alguna vez.  A veces las peores enemigas, son las mujeres. O determinado tipo de mujeres. Y como las hay Melanie, abundan las Sigourney Weaver.

Sabri tenía dulces 22 años cuando ingresó a su primer trabajo full time en una compañía multinacional en Puerto Madero. Sabri era ingeniera, un posgrado en curso, y una medalla de honor en su historial.

El primer día estrenó lo mejor de su closet, las mejores marcas, y el mejor estilista. La emoción de poder, al fin, dar lo mejor de sí, brindar todo su potencial, derrapar energías contenidas en tantos años de sacrificio, la inundaba.

Tan radiante acudió Sabri a su primer día, que su brillo atrajo la atención de todos.

Especialmente de Esteban, el gerente de ventas. Cuarentón, con largos años en la empresa y un divorcio en su haber con dos hijos de diferentes madres, la frescura de la nueva asistente comercial lo atrapó. Y no solo su frescura, sino también  su juventud, y sus medidas.

Esteban la solicitó a la Dirección General a los 3 meses del ingreso de Sabri a la compañía, como soporte del área, en los tiempos de crisis que corrían. Sabrina se había destacado rápidamente por su inteligencia y predisposición para atender los más diversos temas y se perfilaba como uno de los jóvenes talentos de la compañía.

En su primer día de trabajo,  Esteban solicitó a Sabrina que,  para un mejor desempeño, asistiera con el uniforme del sector que iban a implementar: Portaligas, pantys y mini skirt.

Claro, era un chiste. Pero al inicio “chistoso”, le siguieron sutiles sugerencias, halagos, regalos sin sentido, ante la incomodidad de Sabrina y su impotencia por no poder manejar la situación.

Cuando Valeria, la jefa de Sabrina lo notó, y se vió amenazada de que le arrebataran el amor secreto de Esteban, repentinamente el informe de desempeño a rr hh de Sabrina viró de muy positivo a muy negativo.

Y Sabrina se encontró despedida por “no cumplir las expectativas”.

A veces, mejor no brillar demasiado.

melanie

27 Jul

Let the river run,
let all the dreamers
wake the nation
Come, the New Jerusalem – Carly Simon, theme para Secretaria Ejecutiva

http://www.youtube.com/watch?v=cv-0mmVnxPA&feature=related

Cuando teníamos 8, 9 años, vimos la peli Secretaria Ejecutiva, allá por los 80’s.

Éramos nenas, muchas de nosotras criadas de la manera tradicional, para ser mamás y amas de casa.

Jugar al rincón de la mamá en el jardín, la primer Barbie Tropical perfecta que nos trajo los Reyes Magos, los bebotes, la cocinita de mentira, las dos colitas, la raya al medio perfecta, el pelo bien tirante, abanderada, moños, cintas, vestidos con broderie. Mamá que no trabajaba, y los sábados nos enseñaba a tejer, recetas, a no hablar más alto de lo debido. A no ensuciarnos.

Pero se abría un nuevo paradigma, un nuevo mundo, un nuevo sujeto y una nueva mujer.

Yo caí del lado del nuevo paradigma a pesar de mamá.

Jugaba a los bebotes, al novio, aprendí a tejer, fui a danzas, pero también quería estudiar inglés, mecanografía!, me ponía collares y trajecitos de mamá y jugaba la oficina. No había marcha atrás, había visto la peli y quería ser Melanie.

Pero, como en todo, la vida real no es como una película.

Sufrí humillaciones y no llegué a mi techo laboral (espero) pero, que sufrí humillaciones, las padecí.

No encontré a mi Harrison Ford tampoco.

¿Será que en el mundo del trabajo también tenemos que abrir nuevas puertas?