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Sobre chongos y otras yerbas- parte 2

22 Feb

Nada más divertido que estar en una época de cero compromisos, cero responsabilidades.

 

Nada mejor que encontrar ese punto en el que sinceramente decis “Si, estoy muy bien sola” y no es una pose de superada sino absolutamente la verdad.

 

Un sábado salis con uno, teatro con otro un jueves, cero expectations.

 

Así estaba Andrea, 31 años. Mayo 2010, dos citas en una noche, cena acá cena allá.

 

Una mente básica la podría haber catalogado de fácil, pero lejos de jerarquías morales, la idea era pasarla bien.

 

La etapa de boliches había dado paso, tras experiencias tétricas, a la etapa on line.

 

Una amiga le sacó un perfil en Match.com y más que buscar “al amor de su vida”, sabiendo muy bien que eso no existe, Andrea tenía objetivos mas antropológicos (¿)

 

Con la mayoría de sus amigas casadas o en pareja, tener “planes” que no incluyeran un pote de helado y una peli de dvd alquilada un sábado a la noche, era un buen cambio.

 

Andre explicaba su hipótesis de trabajo a sus amigas asi:

 

“para los hombres, la mina del boliche es a priori un gato, un one night stand, algo pasajero que no vale la pena jamás. Ahora la misma mina, en otro ambiente, previo chat, lo minimo que te invitan es a cenar, retrasando el proceso. Si te posicionas bien, al menos lográs que no se te tiren de una, o lo manejas. ”

Sus amigos hombres la criticaban por frívola.

Sus amigas mujeres se dividían en varios grupos; las que la criticaban por superficial, por andar “chongueando”;  las que la felicitaban y envidiaban y creían erróneamente que era una búsqueda desesperada de novio; y las intimas amigas que sabían que todo el experimento no tenía mas que un efecto curativo.

 

Un chongo es una palabra que puede resultar desagradable para muchos, pero que en la práctica suele traer aparejado una cura del alma. Digamos que un chongo puede funcionar como el famoso Aloe Vera.

 

Asi se sentía Andrea al menos.

 

Cada cena en un restaurante, la hacía sentir valiosa.

Cada caricia y mimo de desconocido la hacía sentir bella y deseada.

Cada llamado o sms la hacía divertirse, y si llegaban varios de diferentes remitentes, se sentía codiciada.

 

Porque lo que un hombre solo no le había podido dar, ella lo recibía dividido en varios supliers, alias chongos, dividiendo el efecto y generando uno multiplicador.

 

Y una vez que el efecto curador de sus previas heridas concluyó, lo que se dio cuenta es que ella, se sentía ahora valiosa, deseada y codiciada, habiendo recuperado en cada uno de esos hombres insignificantes lo que uno solo muy significativo le había quitado:  una parte de si misma.

 

Y aprendiendo por primera vez en su vida que, nunca más le daría a nadie el poder de hacerle creer que era poco.

 

 

 

Sobre chongos y otras yerbas- 1

14 Feb

Maru, 34 años, profe de gym, recién separada después de una convivencia con un sujeto 7 años menor, decidió apostar por el consejo que le daban el 90% de sus amigas: relax y buscarse un hombre sin compromiso alguno, just for the sex, que no la atrajera en ningún sentido.

Sábado, pub, copa de más. Y allí lo conoció.

Javier, 40 años, dueño de un restaurante, recién divorciado, con un humor pésimo y con pocos dedos de frente, parecía el candidato ideal. Lo suficiente poco atractivo intelectualmente como para engancharse y lo suficientemente atractivo físicamente como para calentar las sábanas. Al menos por un invierno.

Primer noche, segunda noche, tercer noche. Sexo del bueno, y mucho más bueno de lo que podía haber esperado. La magia no se encendía para nada cuando el la aburría con sus charlas, y tras el orgasmo, se sentía extraña al tener las típicas y falsamente atribuidas solo al género masculino, ganas de “andate de mi cama y de mi casa ya”.

La situación era ideal. Ni el buscaba una relación seria ni ella, se acompañaban solo cuando los dos querían y podían and that´s it.

Al menos hasta el segundo mes, cuando Javi le comentó, mirandola de costado

“Yo no quiero que te confundas, esto para mi es una situación solo sexual”

Sorprendida, sin querer ser hiriente, Maru le contestó

“Quedate tranquilo que es lo mismo que yo busco. Realmente no necesito estar en pareja ahora”

La segunda vez fue a las dos semanas, y lo más gracioso fue que sucedió poco antes de que Maru iba a alcanzar el orgasmo. Justo ahí, ahí, en ese momento, Maru sintió que la tiraban de un empujón de un acantilado cuando Javier con la respiración entrecortada y sudoroso exclamó:

“Me re calentás Maru, pero nada mas, por favor no te enganches porque sería una cagada”.

Chau orgasmo.

La tercera vez fue lavando los platos. Maru le pidió ayuda, y Javi en vez de pasarle el detergente, le pasó factura

“NO quiero que te enamores de mi”

Soltando el repasador, y viendo que a veces la única manera de que llegue el mensaje es la brutalidad, nuestra Maru contestó

Javo, no hay ninguna CHANCE de que yo me enamore de vos. No me gusta tu personalidad, no me atrae tu sentido del humor, no me pasa absolutamente nada con vos que no tenga que ver con un buen garche. Está claro?”

“me quedo tranquilo entonces” _ contestó nuestro protagonista, pasando la virulana.

Se siguieron viendo, pero los encuentros empezaron a decaer en calidad. Por ser sutil, porque la realidad es que Maru no llegaba ni a contar a 10 y Javo terminaba.

Hasta que él mismo dejó de acabar con ella, y se disculpó, diciendo

“Sory Maru, algo se cortó, algo pasó y no me puedo conectar más con vos, es solo con vos eh, a mi no me pasa con nadie más” . Tiró la piedrita para minar un poco la autoestima de Maru.

Cosa que no logró, porque Maru tenía perfectamente claro que lo que a Javo le calentaba, era pensar que ella lo amaba, que era una cosa que el engañaba, y en el engaño mismo, en ese mismo instante en que se imaginaba que Maru lo miraba enamorada, solo ahí, en ese punto clave, el podía acabar.

Un pobre tipo.