Mauricio es un amigo mío que conocí hace relativamente poco.
Ayer me llamó, porque sabía que no había tenido un buen día, y para desviarme el tema (a veces para contener al otro lo mejor es simplemente, hablarle de otra cosa) me sacó el tema del post.
Leí tu post Car, te voy a pasar un mail. Lo escribí leyendo tu serie de arroces. Espero que te guste..
El mail se llamaba “Arroz para Julio”
Sonreí ya nomás leer el subject. Comenzaba así:
Julio es mi amigo argentino en Boston. Trabaja para un organismo multilateral y es un tipo orientado. Esto quiere decir que es soltero de 37 años, que su día tiene más de 24 horas y que no deja ninguna de ellas librada al azar. Hasta cuando sueña lo hace con un objetivo claro.
Yo lo quiero mucho porque me hace acordar a mí cuando tenía su edad.
Nos hemos juntado en Miami por casualidad y nos encontramos fumando un puro dominicano con infusiones suaves (un té) frente al puerto, luego de una cena con abundante vino y mariscos. Estos cigarros Julio los consigue mediante no se cual mecanismo extraño y son la excusa ideal para las mejores conversaciones existenciales.
– Este año tengo que resolver mi problema afectivo. Tengo que encontrar a la madre de mis hijos, me tengo que enamorar de ella y sentar cabeza. Esta vida de soltero me está restando productividad.
Yo me sonreí evitando la carcajada más guaranga que pugnaba por salir a toda costa, tomé un sorbo de mi té y sin sarcasmo ni encono simplemente le dije:
– Me parece bien. ¿Cuándo empezamos el casting?
– No hay casting, es un cambio de orientación. Hasta hoy las mujeres para mí eran compañeras de aventura. Nos divertíamos pero había cero compromiso. Me enamoraba a morir, tenía celos para matar, pero el horizonte era la llama que ardía. Cuando el fuego se apagaba, la relación se moría.
Eso ya no alcanza, quiero una familia, una hipoteca y una inversión a largo plazo.
Quiero juntarme con mis viejos e ir acompañado de alguien que ya conozcan y que no me recriminen que la chica que les presento hoy va a ser distinta de la que les cayó bien ayer. Quiero compartir cosas importantes.
Me encantó el tono y la profundidad de sus comentarios. Estaba dejando de ser un pendejo y empezaba a esbozar un plan de vida.
– Eso es mucho más difícil que enamorarse -le dije- me parece que puede llevarte más de un año.
– Pero vos lo conseguiste muy bien, tenés un matrimonio impecable, con una mujer que te acompaña, tres chicos divinos…
– Sí, Pero eso no fue porque encontré la mujer adecuada. Fue porque me adecué a mi nueva situación. Gaby no es muy distinta a las otras chicas con las que salí; no es una “clase especial de mujer”, “la madre de mis hijos”. Es una mujer parecida a la mayoría con la que establecí un vínculo distinto al resto. No fue una relación de aprendizaje, no fue una aventura emocionante. Fue una sociedad, un acuerdo, un pacto.
Empezó igual que todas; con una comida, con una cama, con una histeria (o dos histerias). Pero el hecho de que los dos personajes hayan coincidido en un estado diferente, la hizo distinta.
(no pude dejar de pensar en mi teoría de que todo es timing)
Es como dice DH Lawrence, “La gema de la mutua paz surgiendo del salvaje caos del amor”.
Gaby y yo somos buenos socios. Eso tampoco quiere decir que estemos simbiotizados. Ella tiene sus objetivos y yo los míos. Pero la familia es un objetivo que compartimos.
No lo veas como a un esquema ideal. Le sobra realidad. Ambos concedemos bastante, mentimos un poco y soslayamos un montón. La base de cualquier amistad de toda la vida.
Es divertido como lo es tener un socio. Y no necesariamente es para toda la vida…Ojala que sí, pero no es una condición.
Julio contestó, un poco opacado el rostro:
– No lo pintás demasiado atractivo. ¿Estás queriendo convencerme que me quede soltero?
– Mirá, yo creo que es muy entretenido. Pero es cierto que es bastante trabajo. Claramente no vas a ganar en productividad, vas a perder.
Si hoy una novia te hincha mucho los huevos, la mandás a la mierda y ya.
La barrera de salida de un matrimonio es otra. La responsabilidad es otra. No es alguien que va con vos al casino a probar suerte. Es tu socia. Es la que cuida el boliche cuando vos estás afuera. Es a la que apoyás en sus proyectos, ideas y berrinches.
– ¿Pero y el amor, el sexo, la tentación, el vértigo?
– ¿Qué se yo de eso? Son otros temas que se resuelven de otra manera. Muchos son incompatibles. Como ser jugador es incompatible con tener un negocio estable. Todo es válido pero hay que saber ponderar los riesgos.
En los negocios hay buenos socios, malos socios y piratas.
Tratá de conseguir una buena socia. Y una buena socia es una que haga tu vida más divertida, que te acompañe y que te estimule. Si te da eso, no les puede ir mal en la cama. .Eso sí: Si eso falta, no va a haber cama que aguante.
Y al final había una posdata para mí:
Carla, si dormís mal, es que no hiciste bien la cama.
Juro que esa noche no tuve insomnio.
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